Hacer una buena bechamel es la base de muchos platos muy ricos. Te contamos nuestro truco secreto para que te salga siempre perfecta.
Si no te gustan las croquetas de jamón tenemos dos cosas que decirte. La primera es que no eres nuestro amigo y nunca vas a poder serlo, es lo que hay. La segunda (y más importante) es que, a lo mejor, no has probado las buenas. Y, en caso de que no te apetezca gastarte un buen dinero en hacerlo, te enseñamos nosotros, no te preocupes, y te contamos nuestro truco secreto para obtener una bechamel fina y sin grumos: HarlowStir!
Croquetas: La fase de preparación
Hacer croquetas es casi igual que ir a misa los domingos, algo que se debería hacer todas las semanas pero que acabamos dejando de lado. La parte buena es que no hay que hacer muchas cosas, la parte mala es que vas a manchar la de Dios haciéndolas. Lo sentimos de antemano, pero es un pequeño sacrificio por las croquetas de jamón.
Acércate a tu súper más cercano y hazte con mantequilla, leche, harina, sal y paciencia. Porque después vas a irte a tu carnicería de confianza a por el jamón. No, aquí no compramos carne en el súper, eso es pecado.
La base, muchas vueltas y mucha sustancia
¿Cómo se empiezan unas buenas croquetas de jamón? Con una buena bechamel, ¿cómo si no? Así que ya sabes, derrite mantequilla en una sartén grande u olla y a mezclarla con harina. Cuando ya sean uno toca ir añadiendo leche de a pocos hasta que tengas la consistencia deseada. Para que la bechamel te quede perfecta, te aconsejamos que la prepares con HarlowStir, nuestra batidora de cabecera que remueve ella solita. ¡Adiós a los grumos!
Añadiendo el sabor, creando croquetas
Ahora mismo tienes entre manos una salsa espesa y con poco sabor, pero ahora es cuando llega la magia. Pilla el jamón (si has conseguido no comértelo hasta ahora), trocéalo en cachos de unos 2-3 centímetros y añádelos a la salsa. Dale un par de vueltas y déjales conocerse un poco durante unos minutos.
Cuando ya sean amigos del alma, echa la salsa en una bandeja/recipiente de tu elección y a la nevera, que el asunto tiene que enfriar. Por lo menos 6 u 8 horas, pero lo ideal es que dejes a “la masa” reposar de un día a otro.
Ha llegado el momento: Toca croquetear
Es el momento, saca la masa, ya reposada (si está caliente no vas a poder manejarla) y dos cucharas. ¿Para qué quiero dos cucharas? Para no terminar con los dedos rebozados. Si eso te da igual, olvídate de las cucharas, pero nosotros las usamos. ¿Qué más te hace falta? Huevo batido y pan rallado.
Sí, vamos a empanar la masa, de eso van las croquetas. 2 platos, 2 pasos, huevo y pan. Primero empapamos la masa (con la forma que queramos) con huevo, dejamos que caiga el exceso y al pan rallado. Así de simple.
Pero ojo, que aún no hemos acabado, falta el toque final, convertir una masa fría en pedacitos de cielo. ¿Cómo? Con aceite de freír (nada de oliva virgen extra) a 180ºC hasta que las croquetas estén doradas como el Sol. Déjalas que enfríen, no seas agonías y luego ya puedes hincharte.